El logro de economías más verdes como base del desarrollo sostenible es un objetivo consensuado por el Sistema de Naciones Unidas (ONU) a partir del documento final de la Conferencia Rio+20 “El futuro que queremos”. Es en respuesta a esta cuestión que surge la iniciativa de la Alianza para la Acción por una Economía Verde (PAGE, por sus siglas en inglés), cuya implementación busca apoyar a los esfuerzos nacionales de cada país en la transición hacia un modelo social, económica y ambientalmente sostenible. La transición a economías verdes implica avanzar hacia la neutralidad climática con justicia social.
Este nuevo paradigma implica nuevas oportunidades, entre ellas la creación estimada de millones de empleos nuevos y de calidad, principalmente en la agricultura y la producción de alimentos basada en vegetales, energías renovables, forestación y producción de bienes.
Sin embargo, también comporta importantes riesgos, como la pérdida de empleos en algunos sectores (como industrias vinculadas a combustibles fósiles, generación energética tradicional y producción alimenticia basada en animales), el aumento de la desigualdad estructural y la fragmentación creciente de los mercados laborales. Estos riesgos se ven exacerbados por las crisis climáticas y
pandemias globales que golpean principalmente a los sectores más desfavorecidos.
El desarrollo sustentable adquiere especial importancia en el contexto pospandémico, ya que se han puesto en evidencia tanto las vulnerabilidades del sistema actual como la necesidad de promover un crecimiento inclusivo que reduzca las inequidades, garantice la sustentabilidad ambiental y aumente la resiliencia a futuro (ONU 2021).