El Teletrabajo es el camino…

Pero sin liderazgo no funciona

Durante más de 15 años explicamos las ventajas del teletrabajo, para los trabajadores, para las organizaciones y para la sociedad en general, hoy es tiempo de vivirlas.

La foto prepandemia, arrojaba millones de personas acudiendo presencialmente a sus lugares de trabajo. Todo cambió en marzo del 2020, el estallido del Coronavirus, el confinamiento y las sucesivas restricciones sanitarias fueron detonadores del nuevo paradigma que se produjo de forma abrupta, y sentó tendencias que se arraigarán más allá del COVID-19.

Muchas voces expertas vaticinaron el comienzo de un cambio que llegaba para quedarse, evolucionando y profesionalizándose. Otras voces, sin embargo, mantenían el escepticismo y la necesidad de volver a la prehistoria.

Con el transcurso del último año y medio, la realidad se impone.

Europa, anima a los colaboradores a que den continuidad al trabajo remoto, anunciando políticas de trabajo deslocalizado que permitirá desempeñar las funciones “desde la ubicación que el trabajador desee” sin menoscabar ninguno de los derechos adquiridos por parte de los trabajadores hasta entonces, como por ejemplo el derecho a la percepción de tickets de comida. En Argentina la ley 27.555 que regula el teletrabajo en relación de dependencia parece ser el instrumento clave, quedando pendiente el empujón necesario desde la autoridad de aplicación para su definitiva puesta en marcha.

Sin embargo, sobrevuela la eterna brecha: presencialidad vs virtualidad, y la pregunta: ¿Cuáles son los argumentos que defienden a ultranza la presencialidad en la oficina? 

Para mencionar solo algunos: la “merma de productividad”, “incremento de la desconexión entre las unidades de negocio”, “detrimento del trabajo en equipo”, “impacto negativo en la cultura empresarial”, “la falta de comunicación”.

Pero de un simple análisis, surge que el teletrabajo no es el causante de dichas mermas, pérdidas, menoscabos, afectaciones y debilidades, por el contrario, un liderazgo obsoleto y desconectado de los contextos digitales es el principal motivo.

El foco, debería dirigirse a aquellos líderes que siguen sin tener en cuenta las necesidades de conciliación vida-trabajo de sus empleados, y aún más, que ejercen dicho liderazgo de manera completamente ajena a la creciente dinámica de transformación laboral. Las estrategias de digitalización deben complementarse puertas adentro de la organización, con equipos mixtos: presenciales y virtuales, sino el discurso no es sustentable, y las pérdidas sostenibles.

¿Es posible hablar de una organización digitalmente competitiva si no adopta modelos laborales deslocalizados?

No parecería descabellado plantear entonces que el problema no es el teletrabajo, sino la falta de entrenamiento en las competencias y capacidades necesarias de los líderes para afrontar la Cuarta Revolución Industrial.

Espacios más polivalentes, escritorios móviles, software colaborativo, ciberseguridad, menos viajes de negocio, más reuniones virtuales, menos metros de oficina, más flexibilidad, más tecnología, menos papel, recursos accesibles en cualquier lugar desde la nube.

El teletrabajo sembró el avance hacia los nuevos modelos laborales, que no implican 100% de virtualidad sino un esquema con distribución de la carga horaria y que refleja el recomendable 3×2, tres días de trabajo remoto y dos días de presencial, no es ciencia ficción, es la realidad empresarial que afrontamos. Las empresas dejarán de ser competitivas y verán afectadas sus perspectivas de crecimiento, expansión y desarrollo sino se adecuan a la Transformación Digital Laboral (TDL).

El debate no es decidir si el trabajo debe desarrollarse desde la oficina o desde la casa, se trata de comprender que la propia dinámica del trabajo ha cambiado y continúa cambiando, y que no solo se trata del teletrabajo, es la digitalización de los procesos, de la cultura, aplicación de matemáticas, neurotecnología y la inteligencia artificial (IA) en la toma de decisiones. El trabajo se apoya en IoT, Cobots, realidad aumentada, big data y los avances de la impresión 4D, teniendo como protagonista a la persona que trabaja.

 Lo relevante es comprender que esta Cuarta Revolución Industrial está modificando de manera drástica la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos, sin que se atisbe posibilidades de retorno a cualquier escenario pasado, esta transformación digital laboral atraviesa los derechos colectivos laborales fundamentales: negociación colectiva, sindicalismo y huelga. Desde la aplicación de la metodología GNT, intentamos acompañar a las organizaciones en esta evolución, por eso más allá de teletrabajo sí o teletrabajo no, lo importante es cómo se lidera esta metamorfosis cultural, proviniendo contingencias.

La crisis sanitaria ha provocado que millones de trabajadores hayan tenido que trasladar su oficina a la casa, en un esquema forzado. Pero, lejos de haberse convertido en un problema, ha sido portador de un buen entrenamiento, en algunos casos acompañado con crecimiento de la productividad. Hoy todos entendemos como positiva, la reducción de costos de infraestructura edilicia, mobiliario, viajes, papel, energía y otros insumos.

En la pospandemia, las relaciones laborales seguirán atravesadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Es imprescindible lograr el bienestar digital, pero sin capacitación de los mandos medios no es posible. Es un desafío que implica la mutación de viejos esquemas a un escenario que implique al medio ambiente, a empresas comprometidas y a una autoridad de aplicación presente. Por eso, para no caer en conceptualizaciones que no respetan la legalidad, entiendo que el teletrabajo es el camino, pero sin liderazgo no funciona.

Este artículo forma parte de la Revista de Derecho Laboral y Seguridad Social.

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