El teletrabajo seguro y el sentido de pertenencia

La crisis


 En los últimos años, millones de personas en todo el mundo se han adaptado para teletrabajar y, en los últimos cuatro meses, decenas de millones se han unido a ellos.

Muchas personas comenzaron a trabajar desde sus domicilios con muy escasa preparación y capacitación, en muchos casos improvisadamente, y sus dificultades se han visto alimentadas por la velocidad, la sensación de shock y la naturaleza inclusiva del cambio: todos nos vemos afectados.

En esta etapa de la historia, compartimos las presiones del “corona virus”, el exceso de información, las noticias falsas y la desinformación, el estrés de los trabajos o, en muchísimos casos, la ausencia de ellos, e intentamos trabajar en nuestros hogares conviviendo las veinticuatro horas del día con las personas con las que habitualmente lo hacemos.

El clima para desarrollar la modalidad no es el más confortable, ni adecuado para “teletrabajar”; fuimos forzados a hacerlo por un virus.

En un marco de transformación digital, cultural y mejora continua, deben las empresas prepararse y adecuar la implementación forzada a un sistema de gestión de Trabajo Conectado Remoto, TCR, que en el futuro pueda ser certificado como un modelo de buenas prácticas en la materia.

Estaremos pronto conviviendo en un escenario de trabajo diferente al que se presentaba meses atrás.

Dado que son muchas las cuestiones a mejorar en la implementación del TCR, aprovecho a referirme a un valor que tiene hoy particular incidencia, debido a la necesidad del distanciamiento social dispuesto en la mayoría de los países afectados por Covid 19.

 

El Sentido de pertenencia, Distanciamiento social si, Aislamiento emocional no

El sentido de pertenencia es una emoción o un sentimiento que los seres humanos tenemos muy arraigado. ¿Es genético? Muchos estudios coinciden que se trata de algo biológico que tenemos los seres humanos.

Al pertenecer a un grupo de familia, de amigos, de un club, de un empleo, o de personas con aficiones comunes, estamos compartiendo un tiempo y algo más con los integrantes de ese grupo, con quienes nos sentimos identificados.

Las señas de identidad, personales o colectivas, están formadas por el conjunto de características que definen a las personas o grupos y que configuran la imagen que tienen y quieren dar en las relaciones con los demás.

La identidad es una construcción compleja que se puede dar en diferentes ámbitos y en la que intervienen muchos elementos y factores. Nuestra identidad no es única y podemos tener muchas señas que nos identifican (lingüísticas, deportivas, territoriales, musicales, medioambientales, tecnológicas, etc.).

Esta diversidad de señas de identidad puede ser un elemento de interacción, de coincidencia, de anclaje, de conocimiento del otro, de suma en el diálogo intercultural y en la mejora de la convivencia.

Hay algo que empuja a los humanos a compartir y sentirnos confortables. Aparece el sentimiento de pertenencia cuando nos identificamos e integramos a un grupo, cuando sentimos que pertenecemos a ese grupo, nos sentimos acogidos, escuchados, más seguros, relajados y comprendidos.

Las neurociencias señalan que, en esa situación segregamos más oxitocina; cuando ello ocurre reducimos nuestro nivel de estrés.

La oxitocina se genera en el hipotálamo, y desde ahí es conducida por una proteína al lóbulo posterior de la hipófisis a través de las fibras nerviosas.

Puede comportarse como una hormona o como un neurotransmisor que influye sobre la actividad del sistema nervioso.

Tiene la propiedad de provocar contracciones uterinas y estimular la subida de la leche en las mujeres. Se relaciona directamente con la lactancia materna y la madre la segrega en el momento que da el pecho a su hijo.

Bajo los efectos de la oxitocina sentimos bienestar, estamos más tranquilos y con una mayor predisposición hacia los demás.

Está implicada en comportamientos sociales como en la memoria social, la habilidad para reconocer a un individuo del mismo grupo, la formación de vínculos, la empatía y el comportamiento maternal y paternal. Las personas que se sienten socialmente rechazadas sienten más estrés físico y les afecta la sensación denominada “dolor social”. Esta situación, se agudiza en este tiempo de “distanciamiento social”, determinado para reducir los riesgos por la alta contagiosidad del denominado SARS-COVID 19.

La paradoja de este momento es que, si bien se requiere un distanciamiento social para contener la propagación del “coronavirus”, ese alejamiento físico también puede contribuir a perjudicar la salud en el futuro. Es importante no permitir que tales medidas causen el aislamiento emocional de los humanos. En las organizaciones, se deben adoptar medidas para que los trabajadores remotos se sientan valiosos y arraigados, en una cultura que propicie el sentido de pertenencia.

 

Acciones


 ¿Cómo garantizar que los trabajadores remotos se sientan conectados con su trabajo y con sus colegas y parte integrante de un mismo equipo?

Mantener el sentido de pertenencia para sentirnos más seguros y valorados, nos hace más felices y más productivos.

Es también más saludable y nos coloca en mejores condiciones para enfrentar el “estrés laboral”.

No pertenecer, es un sentimiento que se encuentra entre los predictores más fuertes de rotación, implica estar fuera del círculo, es como sentirnos obligados a emigrar.

Hay muchas opciones para establecer vínculos sociales durante la jornada de trabajo por medio de la tecnología. Mencionamos algunas. Se pueden proponer temas de discusión en el chat como “hobbies”, series, películas, viajes, deportes, cocina, juegos, etc. y una manera de sentirse más a gusto en el encuentro virtual es preguntando a nuestros colegas de trabajo sobre recomendaciones de cosas para comprar, lugares para visitar o qué comida les gustaría para el almuerzo.

Es fácil lograr que las personas hablen sobre temas que les gusta o se sienten cómodas en la conversación. Hay empresas que organizan dos veces por semana una ronda de café o té de 30 minutos con la presencia del equipo para compartir un tiempo de distracción y de intercambio. Este tipo de actividades ayuda a reunir el equipo, a compartir un momento de distensión, de intercambio de experiencias, de situaciones alegres y otras, en ocasiones, no tanto.

Otro elemento asociado al aislamiento emocional que los empleados remotos pueden encontrar es el tema del reconocimiento.

El pensamiento “fuera de la vista, fuera de la mente” hace que sea más probable que los trabajadores remotos reciban menos elogios que sus contrapartes no remotas.

Cuando trabajamos con nuestros colegas en persona, nos felicitamos mutuamente después de las reuniones, en el pasillo o tomando una copa, nos damos la mano o un abrazo por un éxito logrado en común.

La demostración de un sentimiento de alegría o éxito es más fácil manifestarla en presencia que por un medio digital. La manifestación de un sentimiento de molestia o de enojo se puede medir mejor en presencia de la persona enojada que a la distancia.

Cuando trabajamos remotamente hay menos posibilidades de recibir este tipo de comentarios informales. Muchos trabajadores remotos reciben tareas, las entregan a tiempo y escuchan solo cuando sus gerentes necesitan más trabajo en las mismas.

Asegurarse de señalar en público, sea por medio de un chat de video del equipo o en un video conferencia, cuando un miembro remoto del equipo ha hecho un buen trabajo, contribuirá en gran medida a crear un sentido de pertenencia y reconocimiento para ellos. 

Fortalecida la confianza con una persona, confiemos en ella. En el TCR se trabaja por objetivos y ello requiere claridad en los acuerdos sobre metas y plazos, facilitando su cumplimiento y la relación del grupo.

Una cuestión positiva al trabajar de forma remota es la posibilidad de construir espacios de tiempo de concentración ininterrumpido en tu día. Hay menos oportunidad para la dispersión.

Por ello, es clave establecer precisiones para los trabajadores remotos sobre cómo son las mejores prácticas de comunicación entre los miembros de un equipo virtual o mixto. La buena o mala comunicación es clave siempre y si no la cuidamos puede afectar el sentimiento de pertenencia. En el TCR es importante fijar normas de comunicación, a modo de un código de conducta, en el que se describa el uso de cada uno de los medios a utilizar. ¿Cómo, cuándo y en qué circunstancias utilizamos el chat, el whatsapp, el correo electrónico, el video conferencia?

Estas cuestiones deben ser definidas por los niveles gerenciales y sus equipos y comunicadas claramente. Al comunicamos digitalmente no sabemos qué está haciendo la otra persona, en ese momento.

Al no conocer el contexto de nuestro interlocutor, puede pensarse que no le interesa el asunto que le estamos planteando, cuando en realidad puede estar corriendo a alcanzar un transporte público o en su casa tratando de calmar a su hija pequeña que llora desconsoladamente.

En la comunicación escrita las intenciones deben ser muy claras. Las personas tienden a ser menos cautelosas y más negativas en la escritura y cuando no vemos la respuesta de la persona que recibe el mensaje, es más fácil decir cosas que no diríamos en persona.

La tecnología y la distancia pueden facilitar la posibilidad de una queja o expresar enojo y los miembros del equipo pueden ser más negativos por escrito de lo que serían cara a cara. Las personas en la recepción de la comunicación escrita tienden a interpretarla más negativamente de lo que pretende el remitente.

Las emociones se expresan y reciben principalmente a través de señales no verbales, no pudiendo apreciar los gestos faciales y corporales de nuestro interlocutor.

Es conveniente revisar los mensajes importantes antes de enviar para asegurar haber escrito en el tono correcto y mejor errar por el lado de aumentar la positividad o usar “emojis” para transmitir la emoción y mitigar la tendencia a la interpretación negativa.

El sentido de pertenencia y la cohesión de un grupo generan aspectos muy positivos como la satisfacción de los miembros del grupo, el fortalecimiento de la unidad, mayor compromiso con las tareas y el aumento del rendimiento del mismo.

Hasta la declaración de la pandemia y bajo la concepción tradicional, muchas empresas tenían fuertes dificultades para afrontar la transformación cultural que requiere implementar el Teletrabajo Seguro, con certeza jurídica y seguridad informática, estableciendo en la organización un sistema de gestión en el marco de una cultura innovadora y de mejora continua.

Romper esas barreras no es fácil, pero no perdemos la esperanza y podría ocurrir que lo que no consiguieron los humanos, lo pueda lograr un virus. Los seres humanos somos “animales sociales”, somos cultura, interacción e intercambio.

El distanciamiento social tiene su impacto en cada uno de nosotros y se manifestará de distintas maneras, irritación, ansiedad, aburrimiento, sensación de encierro y afecciones corporales. Incentivemos nuestro pensamiento crítico y adoptemos – en los distintos grupos que conformamos – las decisiones que puedan reducir esos riesgos.

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